martes, 27 de enero de 2015

Patio Maravillas (uno)

El Patio  o Solar de Grilo.


7´49. 26 de Enero 2015, lunes.

Son las ocho menos cuarto. Estoy en el salón de casa, con este libro- mamotreto sobre las piernas. Estoy sentado en el sillón de la esquina porque el ordenador está cerca. Sin embargo no escribo en el teclado sino aquí: en el papel y a mano, con pluma. Es absurdo porque me propongo escribir “para” un trabajo con lo que no voy a conseguir más que duplicar el tiempo que me lleve en pasar más tarde lo escrito a “limpio” Pero yo soy absurdo. Además...no quiero sentir esto como un trabajo. Ni esto ni nada, Trabajo es lo que uno hace por obligación impuesta por alguien vengativo, que no justiciero. Por alguien que te tiende una trampa  para joderte la vida y la toma contigo por caer en ella. En fin: el trabajo es algo de lo que hay que huir como de la peste. Sin embargo hay  tareas que uno elige y que aunque supongan un esfuerzo, se acometen con ilusión porque uno intuye que es bueno; que después de haberlas realizado – y aún durante su realización- uno se hará mejor.

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En  ese “hacerse mejor”  influye cómo se hace el trabajo. También en sus detalles. Yo puedo escribir directamente en el ordenador; pero no me gusta. Quizás más adelante sí que  continúe; pero no ahora que ni siquiera sé el sesgo que le voy a dar. Todavía no puedo ir al grano porque sencillamente no se donde está... ni si lo hay. Desde las páginas de papel me resulta más fácil, más posible, más amable la indagación. Me imagino que salgo al encuentro de un “algo” y elijo un camino de tierra, un sendero por el campo, en lugar de un recto camino asfaltado. Puede que tarde más pero para no saber a donde voy, ya salgo ganando con el trayecto.

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Ayer también tuve por cierto, la misma impresión de estar perdido. Fue cuando me dirigía y estaba a punto de alcanzar el Solar de Grilo, el cual curiosamente también hallé por azar la primera vez que dí con él.. Hay lugares supongo en todas las ciudades, en los que uno, de repente se siente confundido. Los mismos pasos que venía dando por caminos previsibles le han llevado , no se sabe cómo, a desembocar en un escenario distinto, extraño, diferente. A veces el cambio es paulatino y uno casi no se da cuenta y otras es tan brusco como pasar a través del espejo. El cambio puede haberse producido en la forma de las calles, en las fachadas, en la orientación de todo el conjunto  lo que hará que la luz que nos rodea sea diferente... Pero también en el sonido o en su ausencia, el silencio... y sin duda en las personas con las que nos cruzamos o hemos dejado de hacerlo. Desde luego que no todos y no siempre somos sensibles a estos cambios y me pregunto qué es lo que hace, qué es lo que definitivamente determina que nos paremos a considerar qué es ese algo a nuestro alrededor- en nuestro interior puede que también-  que ha cambiado. .. y qué sentido vamos a darle a ese cambio.

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En los alrededores del Solar De Grilo ocurre esto. Por lo menos a mí me lo parece. Como si me zambullera en un vórtice de ausencia. Parece que en esa esquina  la ciudad se hubiera olvidado de sí misma. Se hubiera olvidado de ser la Gran Vía y en unos metros aceptara o mejor dicho se resignara a su destino de rincón, de medianera y callejón. Aprendiera a vivir sin urbanismo, sin luz, sin árboles ni espacio, ni Sol. Nos ofrece en cambio la posibilidad de vivir sin todo ello para que comprendamos que antes que nada la belleza está en los ojos del que mira. ¡Qué remedio!

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En la escondida, retirada y estrecha calle Grilo se encuentra un solar de tierra en donde hace algunos años había una finca abandonada por cuyos balcones asomaba un bosque de madreselva. En algún momento se demolió y dejó un hueco rodeado de altos y desnudos muros por donde la luz del Sol se deja caer en vertical. Otro muro y un portón con reja lo separa de la estrecha acera donde el despistado transeúnte no puede evitar pararse y echar un vistazo. Luego repara en los carteles que informan que aquello tiene un nombre y hasta un horario... y que está gestionado por los vecinos y la asociación del Patio Maravillas: ¿Puede haber un nombre más alentador? Esto es lo que sin duda necesita este esquinazo, este barrio y esta ciudad entera: aliento, cariño y mimo. Esto es lo que necesitamos todos siempre pero acaso ahora más que nunca y nos ofrecemos los unos a los otros en lugares como este patio que nadie supo hacer valer...hasta ahora.

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El Patio o Solar de Grilo ( Por cierto ¿quién fue Grilo? Fue un poeta romántico cordobés ) tiene aspecto de ser o
estar vivo.  Como de plano del tesoro a medio trazar  y aún por decidir qué maravillas han  de ser puestas en la palestra y cuales habrán de ser descubiertas después de una estancia más pormenorizada, más comprometida. El Patio Maravillas no es un sitio sólo de paso. Yo creo que está pidiendo que te quedes a hacerle compañía  para escuchar sus historias y a aportar las tuyas. Y ¿porqué no? a permanecer en silencio hasta saber.

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