martes, 20 de enero de 2015

paseo de otoño por acuarelas . primer paso








La Casa de Campo en Madrid es un espacio natural muy antiguo que algunas personas les ha dado por llamar “parque”. La idea que yo tengo de un parque es la de algo más recoleto y donde la mano del hombre es más manifiesta. A la Casa de Campo creo que le conviene mejor el apelativo de “monte” , de coto, finca o  reserva. Algo que haga referencia y  justicia a  su extensión y a sus orígenes pues realmente todo esto es lo que fue, lo que era, cuando la familia de los Vargas la “cedió” a la corona en tiempos de Felipe II ,creo, para que el rey tuviera a pie de cama la posibilidad de ejercer la prepotencia que su título le confería aseteando a placer los bichos que le colocaban en el camino.


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Pero esto no es un artículo sobre la Casa de Campo. Ni lo pretende. No se que es esto, por otra parte. Creo que es algo parecido a deambular. O debería serlo. Deambular o pasear. Son parecidos. El que deambula posiblemente camine buscando un rumbo que le lleve lo más cerca posible de sí mismo. En el que pasea no hay búsqueda porque uno ya se encontró   y en su propia compañía sale al encuentro del mundo, su compañero.



Yo deambulo unos días, paseo otros, casi siempre por los mismos lugares pues no necesito cambiar para sorprenderme con la variedad de acontecimientos que la Naturaleza y los cambios de estación me ofrecen. No es nada excepcional ,en el sentido de extraño: cualquier persona que le guste pasear –o deambular- te dirá que no se repite el mismo camino por más veces que se recorra. Es una suerte porque   tenemos un radio de acción que nos limita. Unas fronteras naturales que están condicionadas por el lugar del que se sale y por el tiempo que se dispone antes de regresar. Mis perros y yo vivimos al lado de la Casa de Campo y por eso todos o casi todos los días nos damos un buen paseo por ella. Casi siempre por la mañana, casi siempre a primera hora, muchas veces al salir el sol. Es un poco ofensivo, lo se, decir esto cuando tantos de nosotros tenemos que madrugar a disgusto. Pero yo no puedo remediarlo: me gusta despertarme con el día. A veces antes- Me despierto, me levanto y me siento con una taza de café a esperar la luz. ¿Qué le voy a hacer? Y cuando por fín clarea, espabilo a los perros y nos vamos. En menos de diez minutos hemos llegado al Lago y ahí empieza “oficialmente” el paseo ...y el motivo de estas acuarelas y de este arranque de verborrea que las acompaña. ¿Vienes?

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